jueves, 28 de mayo de 2015

La España real

Esta semana se ha publicado la Encuesta de Condiciones de Vida que de manera anual realiza el Instituto Nacional de Estadística (INE), correspondiente al año 2014, y en lo referente a los ingresos los de 2013. 

Como se indica en su ficha metodológica, esta encuesta se encuentra respaldada por el Parlamento Europeo en lo relativo a las estadísticas comunitarias sobre la renta y las condiciones de vida. Así como por el propio instituto y su solvencia más que demostrada, de ahí la importancia de la misma, junto al panorama que nos describe que sigue siendo bastante desolador en cuanto a la pobreza y la desigualdad.

Aconsejo su lectura, son sólo 14 páginas, (consultar AQUÍ) porque nos hace toparnos con una realidad que recién salidos de un proceso electoral, al parecer algunos no quieren ver o simplemente prefieren esconder.
Me voy a permitir recoger algunas variables y, desde una elaboración propia, incorporar datos anteriores no recogidos en ésta, para abarcar el período de la actual crisis, con su inicio en el año 2008.

Tomando como referencia el umbral de riesgo de pobreza en hogares de una persona, éste cada vez está siendo menor, como ya he indicado en alguna entrada anterior, cada vez somos más pobres, concretamente un 10% más (9,85%) en lo que ha ido de 2008 al 2014.



Circunstancia ésta que queda constatada con los cada vez menores ingresos medios por hogar, habiéndose reducido durante este tiempo en un 13% (12,95%), lo que representa en valores absolutos 3.891 euros anuales.


Pero posiblemente el dato de pobreza sea el más significativo a la vez que llamativo, cuando éste se refiere a los menores de 16 años. Y al igual que en las variables anteriores, el incremento en los últimos años cada vez es más significativo, llegando al 30,1%, lo que supone un incremento respecto al año anterior de 3,4%, la mayor diferencia en todo el período.

Por último, referirme al dato cuando se pregunta sobre la capacidad de afrontar gastos imprevistos, y si se han tenido retrasos de pago en gastos relacionados con la vivienda, porque son dos elementos que también nos dan una bofetada, o debiera de dársela a alguien, para que despertemos y sepamos realmente de qué están hablando las personas que nos rodean, no de lo que otros quisieran que hablasen. 

En este caso la realidad sigue siendo muy cruda y el 42,4% indica que no tiene capacidad para afrontar gastos imprevistos, siendo más de doce puntos superior al dato del año 2008. Y si se llevan a los retrasos en gastos de la vivienda el incremento ha sido de 4,2%, situándose ya en el 10,2% del total.

El diagnóstico está claro, lo que hace falta es que se pase de los compromisos y promesas a las realidades, y que efectivamente todas esas medidas sociales que se han venido planteando en los últimos días de campaña electoral, donde también hay que decir que algunas no iban más allá de abrir comedores y repartir comida, que nos retrotraen a otras épocas y otros países, se traduzcan en intervenciones de transformación social, donde éstas cada vez mayores desigualdades se puedan ir reduciendo. Por ahora nada de nada, sólo palabras, y la fractura social sigue cociéndose a fuego lento.

(Publicado en revista El Observador)

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